
Yo tuve un hermano
no nos vimos nunca
pero no importaba.
Yo tuve un hermano
que iba por los montes
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo
le tomé su voz
libre como el agua.
Camine de a ratos
cerca de su sombra
no nos vimos nunca
pero no importaba.
Mi hermano despierto
mientras yo dormía.
Mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.

Caminamos con un enorme pasacalle desplegado y nos posicionamos en la puerta de la embajada italiana, pienso en mis Hermanos: “TODO EL QUE HACE LA VOLUNTAD DE MI PADRE, ÉSE ES MI HERMANO” y pienso en Di Matteo: qué afortunados que somos en contar con él… con Giorgio. Sostengo la respiración, se que otra vez, gracias al Padre, tenemos la oportunidad histórica de poder golpear al sistema anticrístico en uno de los centros neurálgicos del poder, es algo único y quiero que esa esperanza se convierta en realidad pronto, es la esperanza de ser nada menos que libres, no la quiero perder, nuestros enemigos no serán, esta vez, más fuertes que nosotros ¡NO LO PODEMOS PERMITIR! ¡NO PERMITAN QUE MATEN A DI MATTEO!
Juan José toma el megáfono, empieza a hablarle a la gente, a la embajada, y finalmente me lo pasa, no sé qué decir, en la psicología de mi mente siempre necesito que alguien rompa el hielo, Juanjo insiste, pienso en la embajada, en los lujos de su gente, en sus autos, pienso que tal vez la embajadora está en otro lado, preocupada por cosas mundanas, me doy cuenta de que esta gente no sirve para nada, no la puedo respetar más allá de las formalidades del buen trato, pienso en que Giorgio es un escolta civil de Di Matteo que arriesga su vida de manera diaria, y que detrás de esas enormes rejas negras, quizás más de una vez, los representantes de la mafia hayan venido a cenar con su empleado, el señor embajador. No lo soporto. Siento vergüenza y furia. Imagino sus rostros, y les hablo, no me contengo, les grito, me descargo. Se pueden meter conmigo, puedo ser una persona débil y limitada que hasta me lo podría merecer, pero ¡NO CON DI MATTEO, NO CON PABLO MEDINA, NO CON NINGUNO DE MIS HERMANOS!


Por eso, ahora que aun podemos, que nuestro grito llegue al Cielo con determinación para que lo interpele, obliguémoslo a que nos diga por qué el brazo de justicia no baja hoy mismo. Tal vez, ya no haya ninguna otra razón y simplemente, estén esperando que nos demos cuenta de ello, para que la necesidad de justicia empiece a expresarse primero a través de uno mismo. Como si uno fuese un pequeño engranaje en la gran maquinaria que traza los designios de Dios y que al moverse la activa.
Los abrazo en FE,
Agustín.
31 de Diciembre 2014
31 de Diciembre 2014